Hace mucho tiempo, un ministro británico estaba pronunciando un discurso sobre la salud pública. En ese momento, un médico chino se levantó de su asiento y gritó: "Ministro, ¿no es usted veterinario? ¿Cómo puede hablar con tanta seguridad sobre la salud pública cuando es veterinario y sabe tan poco sobre la salud de las personas?" Lo que dijo el médico chino fue una especie de insulto. El recinto se quedó en silencio por un momento, como si se le hubiera echado agua fría. Solo algunos pocos diputados ignorantes se rieron. Al oír esas palabras, el ministro no se enfadó ni se puso rojo. Y luego, tranquilamente, dijo: "Sí, señor diputado, tiene razón. Soy veterinario. Por lo tanto, si alguna vez se encuentra mal, no dude en venir a verme. Le atenderé con todo mi cariño." La rápida respuesta del ministro provocó inmediatamente una ola de risas en el Parlamento. El diputado que había hecho la agresión personal se convirtió en el hazmerreír. A veces, una sola palabra hiriente puede hacer que una persona pierda el corazón, mientras que un ingenioso chiste puede conmover a una persona. Y cambiar una situación inesperada. Así es el poder de la risa. #La cita del día Una persona sin sentido del humor es como un carruaje sin muelles. Se tambalea con cada adoquín que encuentra en el camino. - Henry Ward Beecher -

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